
Casi un 17% de los españoles conduce con alguna sustancia psicoactiva en el cuerpo, según el Druid, que en España hizo pruebas aleatorias por toda la península en diferentes horarios y días de la semana a casi 3.500 conductores. Más de un 12% lo hacía con estupefacientes ilegales, sobre todo con cannábicos, seguidos de cocaína o medicamentos que afectan a la conducción, el doble de los que iban con alguna tasa de alcohol y cinco veces más de los que superaban la permitida. Esto sitúa a España a la cabeza destacada en la mezcla de drogas ilegales y volante entre los 14 países que participaron en el estudio. Triplica en positivos a Italia (segunda), casi cuadruplica a Holanda (tercera), quintuplica a Portugal (cuarta) y multiplica por 10 y 34 a Hungría y Polonia, respectivamente, por poner otros dos ejemplos.
Ana Ferrer, directora del Observatorio de la Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico (DGT), puntualiza que el estudio en España fue mucho más extenso y completo que en el resto de los países, donde se hizo con menos rigor, por lo que la comparación "no es exactamente fiable". Pero reconoce que lo que es seguro es que las cifras marcan al menos una tendencia cierta que se corresponde con el "elevado consumo de drogas del país". La dificultad a la hora de combatir este problema, al compararlo con el alcohol es, según Ferrer, que no hay herramientas de medición tan avanzadas ni unas evidencias en la correlación con los accidentes tan afianzadas. Los expertos consultados coinciden en que con los estupefacientes nos encontramos en un estadio similar al del alcohol hace unas décadas. Es un camino que se inicia ahora. "No se conocen datos reales, hay estudios como el Druid, pero la estrategia de la DGT es documentar el hecho, tener información, informar a los ciudadanos, actuar en campañas de vigilancia y control y actuar en medidas de prevención. Eso hay que sumarlo a acciones formativas, sobre todo a colectivos de riesgo, actuación en reincidentes y Código Penal".